Empatitis

Hay algo que se está moviendo en el subsuelo ibérico. No se sabe con certeza si por la situación que atraviesa este país, pero algo está agitando los resortes del rock patrio. Cada vez nos encontramos más bandas que dejan de lado ese sentimiento de melancolía que impregna el pop y se dedican a salir de los márgenes del underground oficial. Sobre todo en el rock, quizás ahora mismo el género que más está haciendo salirse por la tangente a la escena independiente, encontrando un espacio propio aún no explotado en demasía por estos lares (me valen desde Nudozurdo a Lüger pasando por Betunizer o La Débil).

Tucán es una banda valenciana de esas que enfocan el rock con actitud punk, de forma lúdica y versátil. De esa forma abre “Empatitis” (Sonido Muchacho, 2012), grabado por Javier Ortiz en los estudios Brazil, con contundencia y divertimento. Podríamos decir que eminentemente instrumental. Las voces acompañan a la música, pero con algunas excepciones, como el pepinazo de “Tocayo”: gamberra y adictiva, con la que abren el disco. A pesar de ello, luego se mueven por un terreno igualmente dinámico, pero con más cargas de profundidad.

Desde “Air Hostess” se nota un cambio en hacia un rock mucho más cercano a grupos como Battles. También en “Espejamen” y “I aixó paqué”, pero tampoco podemos hablar de math rock. En “Axelay” campan a sus anchas cerca de un rock bailable muy juguetón, que recuerda a los primeros Delorean o a los madrileños Rosvita, con su retorcido rock de ritmos frenéticos. Porque los ritmos bailables, hasta los guiños al bakalao valenciano, se pueden encontrar en algunas otras como “Falkata de Oz”, con ese teclado que parece salido de la Puzzle.

Indistintamente van pasando del ¿castellano? al ¿inglés? O directamente farfullan un idioma inexplicable, como en “Dumbo” con ese diálogo fruto de la locura instantánea. O como en “No hay más fe”.

La fiesta termina. Colofón final antes de que baje la pastilla con “Pandilla sin futuro”, celebrativa, alegre y garrula. Nueve minutos despidiéndose. Pero es el mejor final para “Empatitis”.